ESTEBAN QUITO
Falleció el 18 de agosto de 2021 a la edad de ochenta años en una paradoja del destino: se llevó puesto un banquito, cayó de cabeza y ya no la pudo contar.
Toda una vida deseando tener segundo nombre, soñaba cosas imposibles y las perseguía con una tenacidad implacable. Quería tocar el cielo con las manos y finalmente lo logró.
Amigo de todos, falluto con algunos, se hacía querer fácil. Tenía un corazón de oro, literal, pues años atrás se lo operaron y el mito decía que lo cosieron con hilos dorados. Sus latidos desde entonces eran más pausados y elegantes, podían percibirse claramente en la soledad de su departamento de San Telmo.
Hijo único, hace rato sin familiares vivos en el planeta, tampoco tuvo descendencia. Menos pareja. Sin embargo, siempre estaba acompañado. Cuando no era un vecino, eran las "chicas" de la esquina, los "pibes" del club (que fueron muriendo año a año), los de la nocturna (con quienes se rateaba el último año de estudiante hace unos meses nomás). O los borrachos del bar, esos del ritual de los viernes: moscato, pizza y fainá.
Malísimo en el fútbol, apenas entendía de qué iba el juego, pero igual se chamullaba a las viejas del Burako con anécdotas inventadas de sus años como jugador profesional que vivió en muchos países, conocedor del mundo y multimillonario.
A veces dudábamos si efectivamente lo fue pero bastaba con darle una pelota para confirmarlo. Esa magia del fulbito no se pierde si alguna vez la tuviste ni aunque pasen mil años. Y esa fortuna de la que alardeaba se esfumaba al ver ese pullovercito azul con pelotitas que llevaba puesto casi todos los días que gritaba "¡Soy pobre!"
Debemos reconocer que se hacía notar siempre, donde iba era "el distinto". A veces por esas historias locas de jugador de fútbol "a lo Messi'' y otras por su lenguaje extravagante. Hablaba una lengua que había creado él mismo pero que todos entendíamos y terminábamos aplicando sin querer. "Ale" le decía al que llegaba último a cualquier lugar sin importar como se llame; "¡Turú!" exclamaba entre carcajadas cuando algo era tan divertido que no podía parar de reír y "Monigote" llamaba a los hijos de todos.
"¿Cómo anda el monigote?" preguntaba a cada vecino que se cruzaba y sabía que los tenía. Porque no se le escapaba una...Bah, la pifiaba siempre con Gloria, que nunca pudo tener hijos e insistía en preguntarle por ellos. Se comió cada puteada… hasta la mismísima le dedicó una cuando se enteró de su muerte.
"Flor de hijo de puta" dijo por lo bajo pero escuchamos todos. "Mejor puta que santurrona" le respondería el viejo Quito. Lo jodimos tanto con lo del banquito que ya ni gracia tenía y es más bien hoy una desgracia.
La verdad la pasó lindo, la vivió, la descosió, hizo la suya siempre y se fue dejando una anécdota que nos va a matar de risa cada vez que la recordemos.
No habrá velatorio porque el viejo detestaba que lo lloremos. Ya lo cremamos y guardamos en una botella de vino, "del bueno", después de tomarlo, tal como él nos pidió.
QEPD
Que estés pasándola deslumbrante
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