20 de mayo de 2022

Dobles


Ellos existen pero nunca los vamos a conocer. Están en una realidad paralela que va a trasmano con esta, en la que suele suceder lo opuesto. Acá, lidiamos con nuestras miserias día a día. Allá, solo somos nuestra mejor versión.

Acá, fuimos esa noche al restaurante a cenar en familia, comimos y tomamos mucho. No nos percatamos que habíamos ido en auto y que las reacciones con alcohol en sangre son más lentas. Cuando atropellamos a esa familia, nos enteramos recién en el hospital, que el papá y la mamá estaban graves, y que los niños murieron. Allá, no salieron esa noche sino que pidieron pizza, tomaron Coca y miraron Netflix. Para la hora del accidente estaban dormidos, luego del acto de amor que gestó a Juan. Ya no iban a ser más dos sino tres.

Por acá, nosotros zafamos de ir presos gracias a un abogado que debía muchos favores a la familia y que se iría a cobrar tantos otros de por vida. Retomamos nuestra rutina al día siguiente, como si nada hubiese pasado pero en silencio sabíamos que íbamos a cargar con sus muertes para siempre. Allá, se enteraron que iban a ser padres y empezaron a diseñar el cuarto del bebé. Ambos conscientes de la vida que venía en camino se convirtieron en lectores empedernidos de libros de embarazo, Montessori y crianza respetuosa.

Acá, cada vez más trastornados a pesar de los largos años de terapia. Vos empezaste a verte con Mara, mi hermana y le agarraste el gusto a lo clandestino. No éramos más dos sino tres. Lo supe desde el principio pero me la banqué porque entendí que debía ser el precio que tenía que pagar por ser la cómplice de un asesino. Sí, sos un asesino.

Allá nació Juan y completaron esa familia feliz. Ese mismo día le comunicaron a la tía que también iba a ser madrina. Armaron tal equipo que fue fácil adaptarse a la nueva vida. La llegada del bebé los unió más como pareja, todo es una fiesta.

Acá, tratamos de no cruzarnos. Ninguno se anima a tomar la decisión pero lo nuestro terminó. Te zambulliste en los excesos, todos los que jamás imaginaste, lavando culpas quizás, pero no lo ibas a lograr. El otro día mientras te bañabas leí los mensajes que te seguís mandando con mi hermana, con la que me juraste que no ibas a verte más. No sé quién me duele más, si ella o vos. Esto ya no da para más, ¿o acaso vos cómo lo ves?

Allá, Juan ya camina por toda la casa. Ellos siguen de cerca su crecimiento, ambos trabajando desde casa, manejando sus horarios. Libres y felices, comprometidos en brindarle tiempo de calidad a su hijo, se turnan para jugar con él. Su madrina es una gran aliada en el día a día, en la que ambos confían y agradecen tener bien cerca.

Nosotros acá ya no existimos. En esta realidad hiciste todas hasta que por fin te metieron preso y no hubo abogado corrupto que te salve. Para mí fue un alivio porque creo que sino nunca nos hubiésemos separado. Yo traté de suicidarme tres veces y ahora escribo desde un centro de rehabilitación. La droga, creo, fue mi forma de escapar por un rato de la cárcel de mi mente. Nunca me voy a perdonar haber asesinado a esa familia, la que nunca tuve, la que nunca fuimos. 

Ellos allá son, sin duda, resultado de mejores elecciones, la familia tipo de los cuentos con final feliz, nuestros dobles. 

Y, sabélo, todos los tenemos y nunca los vamos a cruzar. Solo algunos pueden verlos en sueños...


1 comentario: