En verdad me cuesta encontrar el momento de sentarme a escribir. Siempre pienso que si no tuviese que cumplir con un horario laboral tan extenso y sentir luego el peso del día encima, tendría ese tiempo, pero bueno, por ahora escribo mucho pero con mi mente.
Es un ejercicio constante, casi natural. Caminando por la calle, en el trabajo frente a la computadora, en el subte. Todo el tiempo mi cabeza crea historias, que muchas escribo en un anotador que llevo en la cartera. Es una manía que tienen los escritores se comenta, la de llevar a todos lados algo para anotar, y la tomé como propia. Tengo cuadernos, hojas, libretas siempre a mano, por si me agarra el ataque incontrolable de decir por escrito. Retazos para mi novela.
Imagino tragedias al estilo "EL DIA DESPUES DE MAÑANA" o "2012", particularmente cuando vuelvo a casa caminando por Reconquista y sueño también, historias de monstruos, de asesinos, en la que resulto ser la heroína. Tal como cuando era chiquita, que decía orgullosa ser amiga de Freddy Krueger. Lo siento, no van a leerme en historias de amor o dramas extensos. Lo mío es el suspenso y el terror, géneros poco explotados en Argentina, en mi opinión.
Pero siempre historias... Un coordinador de cierto Taller una vez nos dijo que los poetas imaginaban palabras; los novelistas, personajes y los cuentistas, historias.
Sinceramente nunca pensé que iba a escribir cuentos. Mi anhelo es la novela, mi fin último en este oficio de escritora, y no voy a parar hasta escribirla.
Quizás a los 30, 40, 70... quién sabe! Capaz impar.
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